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9 de junio de 2010

Grifo

Serie Bestiarum (Nº2).

rifo (del latín gryphus y éste del griego γρύφον). Criatura mitológica cuya parte superior es la de un águila, con plumas doradas, afilado pico y poderosas garras. La parte inferior es la de un león, con pelaje amarillo, musculosas patas y cola. Considerado como un vástago del rey de las bestias, el león; y el rey de las aves, el águila, el grifo era particularmente fuerte, majestuoso y noble.

Como híbrido místico formado por la unión del león y el águila, el grifo simboliza la unión de la Tierra y el Cielo, por lo que es un representante de las dos naturalezas, humana y divina.

A veces el folclore medieval representaba a los grifos con orejas puntiagudas en la cabeza o plumas en la cola o una cola de serpiente. De acuerdo a los mitos, es ocho veces más grande y fuerte que un león común y no es raro que se lleve a un jinete con su caballo, o a un par de bueyes, que entran en sus patas. Con sus garras se fabrican copas para beber, y con sus costillas arcos para tirar flechas.

Parece tener su origen en Oriente Próximo, pues se le encuentra en las pinturas y esculturas de los antiguos babilonios, asirios y persas.

También se encuentran representaciones de grifos en la pintura minoica, como en el famoso sarcófago de Hagia Triada.

Una leyenda griega relata que el dios Apolo había ido a buscar grifos y había regresado a Grecia cabalgando sobre el lomo de uno de ellos. Por ello estaban consagrados a Apolo y vigilaban sus tesoros para protegerlos de los Arimaspos. Los grifos custodiaban además las cráteras de vino de Dioniso. Los griegos creían también que los grifos eran guardianes celosos del oro de los hiperbóreos, un mítico pueblo que habitaba en las desconocidas tierras septentrionales.


Un mito más reciente cuenta que se encargaban de velar por el oro que había en los desiertos del norte de la India. La razón de esta vigilancia podía deberse al deseo de proteger sus crías, puesto que ponían sus nidos en las montañas de las cuales se extraía el preciado metal.

Los romanos lo usaban simplemente con propósitos decorativos en frisos y en patas de mesa, altares y candelabros. El motivo del grifo se utilizó en los primeros tiempos del cristianismo en los bestiarios (o alegorías de animales) de san Basilio y san Ambrosio. Réplicas de piedra sirven con frecuencia como gárgolas en la arquitectura gótica de la baja Edad Media.

El grifo es también un emblema en la heráldica, escudos de armas y estandartes. Representa convencionalmente la fuerza, el valor, la realeza y la vigilancia.

Existe otra variante del grifo: el hipogrifo, mitad caballo y mitad grifo. Esta criatura aparece en el poema épico Orlando Furioso (1516), del autor italiano Ludovico Ariosto. El animal fue el resultado la unión de un grifo con una yegua y se convirtió en el corcel del mago Atlante. En otros relatos también transporta por el aire a los héroes durante sus hazañas.