Historia del arte · Mitología comparada · Psicología profunda · Simbología religiosa · Filosofía oculta

29 de noviembre de 2008

La Tabla de Esmeralda

Grabado del siglo XVII de la Tabla por Heinrich Khunrath, 1606.

a Tabla de Esmeralda, también conocida como Tabula Smaragdina, o Secreto de Hermes, es un texto breve y cifrado, atribuido al legendario sabio Hermes Trismegisto y cuyo propósito es revelar el secreto de la Prima Materia y sus transmutaciones.

Texto altamente conocido y estimado por los alquimistas de todos los tiempos, se lo considera todavía hoy como la piedra angular de la Alquimia por su antigüedad y origen legendario. Se afirma que en la Tabla de Esmeralda está condensado todo el arte de la Gran Obra, y según expresó el gran mago Eliphas Levi, "es toda la Magia en una sóla página".

Dicho texto es expresado simbólicamente y su simple lectura no revela sus secretos. El acceso a la comprensión y la culminación del Magisterio requiere ir más allá de los límites racionales, de ahí que todo alquimista sufra una transmutación personal que le permita acceder al Lenguaje de los Pájaros (Lingua Passerum), por lo que es necesario estar versado en la exégesis de los símbolos. De no ser así, su sola simplicidad genera incredulidad y rechazo. La ciencia es conocida mediante la razón, mientras el arte y la ciencia del Uno, el Todo, se descubre ante el esfuerzo de otro lenguaje.

La Alquimia es el arte del perfeccionamiento, tanto de la materia como del espíritu; de lo exterior y de lo interior y la Gran Obra significa su cumplimiento: la perfección.

Leyenda

La leyenda aribuye su autoría a Hermes Trismegisto, "el Tres Veces Grande", el Iniciador, el Dios-Hombre, a quien en Egipto se identificó con Thot, el dios de la sabiduría y la magia. El Thot egipcio o el Hermes griego ha sido considerado como la encarnación de la Suprema Sabiduría, por lo que a las enseñanzas esotéricas de las antiguas iniciaciones se les conocía como Ciencias Herméticas, lo que hoy conocemos como Ciencias Ocultas.

Esta escritura fue llamada así porque la leyenda cuenta que Hermes mismo la grabó con una punta de diamante sobre una lámina de esmeralda. También refiere esta leyenda que la Tabla, escrita en árabe, habría sido descubierta por Alejandro Magno cuando consultó el Oráculo de Amón en el oasis de Siwa, descubriendo allí la tumba de Hermes. Según otra versión del relato, este texto habría sido descubierto en las cavidades de la Gran Pirámide de Gizeh y grabadas en una estatua que estaba al lado de la tumba, se encontraban las siguientes palabras:
He aquí que soy Hermes, aquel que es triple en su sabiduría. He puesto en evidencia y a los ojos de todos, estos signos maravillosos, pero enseguida los he vuelto a velar por mi sabiduría, a fin de que nadie llegue a ellos sino sólo un sabio como yo.
Y en el pecho de aquella estatua y en lenguaje original siriaco se afirma que decía:
Aquel que quiere aprender a conocer los secretos de la creación y la naturaleza, que mire Bajo mis pies.
Después de intentos por comprender lo que significaba aquello, un sabio desconocido pudo descifrar el misterio y así pudieron descubrir una tabla hecha de esmeralda que tenía inscrito un misterioso mensaje.

Al parecer existieron diversos y sucesivos escritores, filósofos y alquimistas que usaron el nombre de Hermes, pues antiguamente cuando algún filósofo anónimo descubría una verdad que consideraba digna de ser transmitida, escribía sus textos bajo el nombre de un filósofo de mucho mayor prestigio y de una autoridad extremadamente superior que él, todo ello con el fin de que su mensaje no fuese despreciado y olvidado con el tiempo.

Parece también que el nombre Hermes perteneció a algún rey iniciado, o quizás varios iniciados o hierofantes egipcios. De cualquier modo, indica siempre la misma idea o significado que la palabra griega Xριστoς (Xristos), "Ungido", "Iluminado", "Iniciado", de la cual proviene el título Cristo y cuyo significado es idéntico al del Mesías hebreo.

Historicidad

La más antigua fuente documental de este texto es el Kitab Sirr al-Asrar (c. 800 d.C.), un compendio de consejos para los gobernantes escrito en árabe, el cual se decía era una carta que Aristóteles había escrito a Alejandro Magno. Esta obra fue traducida al latín como Secretum Secretorum (El Secreto de los Secretos) por Iohannes "Hispalensis" o Hispaniensis (Juan de Sevilla) (1140) y por Felipe de Trípoli (1243).

En el siglo XIV, el alquimista Hortulanus escribió una importante interpretación del Secreto de Hermes, el cual influyó en el desarrollo posterior de la Alquimia. Varias copias en manuscrito de la Tabla de Esmeralda y el comentario de Hortulanus sobreviven, datando al menos del siglo XV.

Edición del texto en latín de Chrysogonus Polydorus, Nüremberg, 1541.
La Tabla de Esmeralda ha sido encontrada incluso en copias del Kitab Ustuqus al-Uss al-Thani (Segundo Libro de los Elementos de Fundación) (siglo XII), atribuído al gran alquimista árabe Jabir ibn Hayyan (Geber), y del Kitab Sirr al-Khaliqa wa San`at al-Tabi`a ("Libro del Secreto de la Creación y del Arte de la Naturaleza"), fechado entre los años 650 y 830 d.C.

Influencia

La Tabla se convirtió con el tiempo en el mayor recurso de la alquimia medieval y del renacimiento. Los comentarios y las traducciones fueron publicados por, entre otros, Trithemius, Roger Bacon, Michael Maier, Albertus Magnus e Isaac Newton. Carl G. Jung, en uno de sus sueños alquímicos, vio una tabla hecha de una piedra verde, que él identificó como la Tabla de Esmeralda.

A causa de su prolongada popularidad, la Tabla de Esmeralda es la única pieza de Hermetismo no griego que fue capaz de atraer una gran atención en occidente y fue usada en ocasiones como una receta para lograr el oro alquímico, así como también para elevar el grado de la conciencia.

Tabula Smaragdina

I. Verum, sine mendacio, certum et verissimum:

II. Quod est inferius est sicut quod est superius, et quod est superius est sicut quod est inferius, ad perpetranda miracula rei unius.

III. Et sicut res omnes res fuerunt ab Uno, mediatione Unius, sic omnes res natæ fuerunt ab hac una re, adaptatione.

IV. Pater eius est Sol; Mater eius Luna; portavit illud Ventus in ventre suo; nutrix eius Terra est.

V. Pater omnis telesmi[1] totius mundi est hic. Virtus eius integra est, si versa fuerit in terram.

VI. Separabis terram ab igne, subtile a spisso, suaviter, cum magno ingenio.

VII. Ascendit a terra in cœlum, iterumque descendit in terram, et recipit vim superiorum et inferiorum.

VIII. Sic habebis gloriam totius mundi. Ideo fugiet a te omnis obscuritas.

IX. Hic est totius fortitudinis fortitudo fortis, quia vincet omnem rem subtilem omnemque solidam penetrabit.

X. Sic mundus creatus est!

XI. Hinc erunt adaptationes mirabiles, quarum modus est hic.

XII. Itaque vocatus sum Hermes Trismegistus, habens tres partes philosophiæ totius mundi.

XIII. Completum est quod dixi de Operatione Solis.
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La Tabla de Esmeralda

I. Es verdad, sin mentira, cierto y muy verdadero:

II. Lo que está abajo es como lo que está arriba y lo que está arriba es como lo que está abajo; por esto se hacen los milagros de una sola cosa.

III. Y así como todas las cosas son y proceden del pensamiento del Uno, por mediación del Uno, así todas las cosas han nacido de ésta cosa única por adaptación.

IV. El Sol es su Padre; la Luna es su Madre; el Viento le ha llevado en su vientre; la Tierra es su nodriza.

V. El Padre de todo el telesma[1] del mundo entero está aquí; su poder está completo si es convertido en tierra.

VI. Separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, suavemente y con gran industria.

VII. Asciende desde la tierra al cielo y después desciende del cielo a la tierra, y así recibe la fuerza de las cosas superiores e inferiores.

VIII. Por este medio obtendrás la gloria de todo el mundo y toda oscuridad se alejará de ti.

IX. Es la fuerza fuerte de toda fuerza, porque vencerá toda cosa sutil y penetrará toda cosa sólida.

X. ¡Así fue creado el Mundo!

XI. De esto surgirán admirables adaptaciones cuyo medio está aquí.

XII. Por eso he sido llamado Hermes Trismegisto, aquel que posee las tres partes de la Filosofía Universal.

XIII. Lo que he dicho acerca de la Obra Solar está consumado.



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Bibliografía.

-Siete Textos de Alquimia. Kier.
-R. Benito Vidal, La Alquimia.
-J. Felipe Alonso, Diccionario Espasa. Ciencias Ocultas. Espasa.

Notas.

[1] ↑ N. del Ed. En otras versiones aparece el término thelesmi, probablemente griego, que en ocasiones se traduce como "Thelema", palabra amgibua pero que generalmente significa "Voluntad". También telesmi se puede traducir como 'iniciados'.

24 de noviembre de 2008

El poder de un paradigma

n paradigma es la cosmovisión personal; es la forma en que un individuo percibe e interpreta el mundo que lo rodea. Son las creencias, opiniones, perspectivas o puntos de vista, que son siempre subjetivas, que son útiles en su momento pero cambian constantemente.

Un modo simple de pensar en los paradigmas consiste en considerarlos como mapas. Todos sabemos que un mapa no es lo mismo que el territorio. Un mapa es simplemente una explicación de ciertos aspectos de un territorio. Un paradigma es exactamente eso. Es una teoría, una explicación o un modelo de alguna otra cosa que existe en la realidad.

Supongamos que uno quiere llegar a un lugar específico del centro de París. Un plano de la ciudad puede ser de gran ayuda. Pero supongamos también que se nos ha entregado un mapa equivocado. Por un error de imprenta, el plano que lleva la inscripción de «París» es en realidad un plano de Roma. ¿Puede imaginar el lector la frustración y la inefectividad con las que tropezará al tratar de llegar a su destino?

Se puede entonces trabajar sobre la propia conducta: poner más empeño, ser más diligente, duplicar la velocidad. Pero nuestros esfuerzos sólo lograrán conducirnos más rápido al lugar erróneo.

Uno puede asimismo trabajar sobre su actitud: pensar más positivamente acerca de lo que intenta. De este modo tampoco se llegaría al lugar correcto, pero es posible que a uno no le importe. La actitud puede ser tan positiva que uno se sienta feliz en cualquier parte.

Pero la cuestión es que nos hemos perdido. El problema fundamental no tiene nada que ver con la actitud o la conducta. Está totalmente relacionado con el hecho de que el nuestro es un plano equivocado.

Si tenemos el plano correcto de París, entonces el empeño y el esfuerzo que empleemos es importante, y cuando se encuentran obstáculos frustrantes en el camino, entonces la actitud puede determinar una diferencia real. Pero el primero y más importante requerimiento es la precisión del plano.

Todos tenemos muchos mapas en la cabeza, que pueden clasificarse en dos categorías principales: mapas del modo en que son las cosas, es decir, hechos o realidades, y mapas del modo en que deberían ser las cosas, o valores. Con esos mapas mentales interpretamos todo lo que experimentamos. Pocas veces cuestionamos su exactitud; por lo general ni siquiera tenemos conciencia de que existen. Simplemente damos por sentado que el modo en que vemos las cosas corresponde a lo que realmente son o a lo que deberían ser.

Estos supuestos dan origen a nuestras actitudes y a nuestra conducta. El modo en que vemos las cosas es la fuente del modo en que pensamos y del modo en que actuamos.

Antes de seguir adelante, invito al lector a una experiencia intelectual y emocional.

Observemos durante algunos segundos este dibujo:

Ahora mira este dibujo y describe cuidadosamente lo que ves:

¿Ves una mujer? ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo es? ¿Qué lleva puesto?

Es probable que describas a la mujer del segundo dibujo como una joven de unos veinticinco años, muy atractiva, vestida a la moda, con nariz pequeña y aspecto formal.

Pero, ¿y si yo te dijera que estás equivocado? ¿Qué pensarías si yo insistiera en que se trata de una mujer de 60 o 70 años, triste, con una gran nariz, y que no es en absoluto una modelo? Es el tipo de persona a la que probablemente ayudarías a cruzar la calle.

¿Quién tiene razón? Vuelve a mirar el dibujo. ¿Logras ver a la anciana? En caso contrario, persiste. ¿No identificas su gran nariz ganchuda? ¿Su chal?

Si tú y yo estuviéramos hablando frente a frente podríamos discutir el dibujo. Tú me describirías lo que ves, y yo podría hablarte de lo que yo veo por mi parte. Podríamos seguir comunicándonos hasta que me mostraras claramente lo que ves y yo te mostrara lo que veo.

Como ése no es el caso, examina esta tercera figura:

Ahora vuelve a ver la segunda imagen. ¿Puedes ver ahora a la anciana? Es importante que lo hagas antes de continuar leyendo.

Este ejercicio experimental es útil para demostrar con claridad y elocuencia que dos personas pueden mirar el mismo objeto, disentir, y sin embargo estar ambas en lo cierto. No se trata de relativismo lógico, sino de psicología.

Para realizar este ejercicio, se entrega la imagen de la joven (1a) a una persona, y la imagen de la anciana (3a) a otra. A continuación se pide que las observen con detenimiento durante unos 10 segundos y después que las entreguen de vuelta. Entonces se muestra a ambas personas la segunda imagen, la cual combina las otras dos imágenes, y se pide que describan lo que ven. Muy probablemente la persona que observó anteriormente la figura de la joven, también verá a la joven en la segunda imagen. Del mismo modo, la persona que haya visto la lámina de la anciana, también verá a la anciana en la segunda imagen.

Entonces se puede pedir a una de las personas que intente describir lo que ve a la otra persona. En este diálogo, muy probablemente tropezarán con problemas de comunicación.

— ¿Qué quieres decir con que es una anciana? ¡No puede tener más de veinte o veintidós años!
— ¡Vamos! Debes de estar bromeando. ¡Tiene setenta años, podría tener cerca de ochenta!
— ¿Qué te pasa? ¿Estás ciego? Es una mujer joven, y muy guapa, me gustaría salir con ella. Es encantadora.
— ¿Encantadora? Es una vieja bruja.

Muchos argumentos serán presentados, con los dos interlocutores seguros y firmes en sus posiciones. Todo esto ocurre a pesar de una muy importante ventaja con la que algunas personas cuentan: el conocer de antemano la posibilidad de que exista otro punto de vista, algo que infinidad de personas nunca admitirían. Sin embargo, al principio, sólo unos pocos tratamos realmente de ver la figura con otro marco de referencia.
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-Stephen R. Covey, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.